viernes, 20 de abril de 2012

YPF: Buscapina para el dolor de cabeza.

Hay al menos dos formas de equivocarse al afrontar un problema, ya sea este de pareja, familiar, económico o, en este caso, de gobierno. Una forma, negarlo. Ahí tenemos la inflación, el crecimiento sideral del juego, la inseguridad, y el déficit de viviendas. La otra, errar con el diagnóstico. Acá tenemos a YPF.

Sería muy fácil deslegitimar la postura supuestamente progresista, nacional y popular del gobierno con sus antecedentes. Cuando se privatizó YPF, allá por 1992, sólo fue posible por la rápida llegada de los diputados de Santa Cruz, que aterrizaron en Buenos Aires en el avión del gobernador Néstor Kirchner. Sería sencillo también citar las palabras de la entonces diputada de Santa Cruz, Cristina Kirchner, rogando la aprobación de la ley de privatización de YPF.

Estos datos nos ayudan a separar decisiones de convicciones. Las convicciones, en el caso YPF, no están.

En el fondo, el tema del petróleo es estratégico y de largo plazo. Lo que decidamos hoy sobre YPF afectará las finanzas públicas, la economía diaria y el federalismo por las próximas generaciones.

Ejemplos en el mundo sobre la gestión de recursos hidrocarburíferos hay para todos los gustos. Hay países donde el Estado tiene el monopolio sobre el recurso, por ejemplo en Medio Oriente; hay otros casos en los cuales el Estado se asocia con compañías privadas, Rusia es un ejemplo; hay Estados donde los privados explotan las licencias, situación que se da en Estados Unidos, Reino Unido o Noruega; hay finalmente casos de empresas controladas por el Estado, como Petrobrás en Brasil.

En todos los casos alternativos hay ejemplos de buen funcionamiento y de pésima gestión. ¿Qué quiere decir esto?  La política pública tiene un país en materia de recursos hidrocarburíferos es el fondo de la cuestión. En este marco podemos analizar los nueve años de kirchnerismo en materia de petróleo.

Durante los primeros 8 años y medio, es decir el mandato de Néstor Kirchner y el primer mandato de Cristina Kirchner el problema fue negado. Para muestra alcanza un botón: hace tres años un grupo de 8 ex secretarios de energía le planteó preocupación al gobierno porque las reservas de petróleo caen sistemáticamente desde 1998. El gobierno miró para otro lado y prefirió importar combustible (pagándolo mucho más caro que si se explotara en nuestro país), comprometiendo además a las finanzas públicas.

Si miramos el caso del petróleo podemos decir que hay una continuidad entre los gobiernos de Menem, Duhalde y Kirchner, con un deterioro prolongado y preocupante. Mientras en 1988 se hicieron en Argentina 103 pozos exploratorios en busca de petróleo, en 1998 se hicieron 75, y en 2008 sólo 54.

Durante estos últimos años además, el gobierno nacional creó una empresa de energía, Enarsa. Fue en 2006, con el voto incluso de los legisladores opositores. Esa empresa tuvo más repercusión pública por su vinculación a las valijas de Antonini Wilson que por el petróleo hallado en Argentina.

En resumidas cuentas, el debate sobre YPF es falso y pobre si se circunscribe sólo a si la empresa es estatal, privada o mixta. Quienes hoy bregan por el reingreso del Estado al negocio del petróleo son los mismos que en 1992 hicieron fuerza para que salga la privatización y durante los últimos nueve años miraron hacia un costado mientras el sector se debilitaba. Si no se cambian las estrategias, el problema estructural va a persistir.

El debate fructífero será aquel que plantee programas de largo plazo en materia hidrocarburífera. Con coherencia y transparencia;  generando confianza y promoviendo inversiones.

Nada de eso puede hacerse sin identificar antes a los responsables de la rifa de YPF en 1992 y el descontrol del Estado cómplice durante los últimos ocho años. Estos últimos son los mismos de aquella privatización - que también miraron hacia otro lado cuando TBA desatendía los trenes-.

Tampoco podrá avanzarse en sentido positivo si el responsable de administrar la empresa durante la intervención es Julio De Vido, el mismo que durante 8 años por acción u omisión permitió su vaciamiento.

En los `90 nos decían que apartásemos al Estado y dejásemos los trenes, YPF y los servicios en manos de privados supuestamente más eficientes. Hoy, nos dicen que el Estado debe volver asociándose con el privado. Mientras tanto el Estado no controló, no exigió, no planificó y miró hacia otro lado por 20 años. Así como en los `90, es importante que el Estado sea parte de YPF, pero tan importante como eso es cómo lo hace, para qué lo hace y quién controla. Si nos fijamos sólo en lo primero, erramos el diagnóstico y para el dolor de cabeza recetamos Buscapina.

viernes, 13 de abril de 2012

Cristina Rivadaviana. Centralistas, privatistas y cipayos.

Centralistas, privatistas, y cipayos. Si como dice Zambayonny  se pudieran elegir tres cosas en la vida, nadie en sus cabales querría que fueran estas tres. Menos aún cuando se trata de funcionarios públicos que tienen la suerte atada al voto.

Alguien se imagina una campaña exitosa que atraiga al voto con un mensaje que diga “Vote a X, Centralista, privatista y cipayo”? Yo, no.

Aunque usted no lo crea, hay veces que las cosas no son lo que parecen.

Vamos al estudio del caso. El boom de YPF. “Recuperar lo nuestro”, “Construir Soberanía”, “Hacer Patria” . La verdad, que esas sí son frases para un atractivo discurso y una campaña agradable. Sino, preguntémosle a Galtieri que recursos discursivos y propagandísticos usó para su aventura malvinera.

Ahora, ¿qué hizo el kirchnerismo en su gobierno con respecto a YPF? Veamos. Y aviso, les doy una ventajita. No les voy a tirar por la cabeza con los `90, sus convicciones menemistas y la búsqueda infructuosa de los fondos de Santa Cruz. Veamos sólo lo que han hecho desde 2003 para acá.

Todos estaremos convencidos que un país que se pretende desarrollado, fuerte y sólido, tiene que apostar a una matriz energética sustentable. Ajá, mirá vos. Desde 1998, las reservas de petróleo en la Argentina van decayendo. Desde 2004 se desploman las de gas. En los últimos años importamos energía de Venezuela por un precio  cuatro o cinco veces mayor que el que se paga acá; Le pusimos un revólver en la sien a las finanzas públicas y de paso, perdimos soberanía energética.

Anotate uno ahí. Cipayos. Palabra casi orgásmica para el peronismo. Jauretche, pensador de referencia para los compañeros, instaló el término para caracterizar a aquellos que son funcionales a las potencias colonialistas. Nada más funcional a las potencias en el siglo XXI que perder soberanía energética. Eso es sinónimo a dependencia política.

Vamos por la segunda. Démosle la ventajita. Olvidemos que en el `92 quisieron privatizar y tengamos en cuenta que durante su gobierno estuvieron convencidos del rol del Estado en materia energética. Ah, no? Pará… tampoco fue así.


A su vez, auspiciaron el ingreso a YPF de Esquenazi, banquero santacruceño. Lo presentaron como la “argentinización” de YPF. La verdad que a uno le dan ganas de ser Esquenazi.  Se hizo con le 25% de YPF sin poner un peso y ahora, cuatro años después va a llevarse en efectivo lo que le corresponda por la venta. Un aplauso a la visión estratégica del empresario modelo .

La verdad, que si en 9 años crean una empresa que es una pantalla, auspician el ingreso de un privado sin poner un peso, le dan a ese privado una torta de plata cuatro años después y en el medio no exploramos para reponer reservas que se van agotando, el gobierno más que interés por lo público, tiene vocación por lo privado. Eso se dice, privatistas.

Avancemos con el tercero. Seguro que la presidenta, De Vido y compañía han hecho esfuerzos siderales para que ante la declinación de las exploraciones, el petróleo se quede en Argentina. No. En la mayor parte de la era Kirchnerista seguimos exportando. Bueno, está bien, pero seguro que distribuyeron como corresponde las regalías entre las provincias. No. Tampoco.

Vamos con la muestra. Mendoza, provincia petrolera, recibe por ley regalías correspondientes a las exportaciones de crudo. Sabe cuanta plata perdió Mendoza por regalías mal liquidadas de 2002 a hoy? Más de 1000 millones. Un gobierno que se queda para sí y su administración discrecional los recursos que corresponden a las provincias, es un gobierno centralista.

Cualquier parecido con Rivadavia es pura casualidad. El revisionismo de Pacho y Pigna bien podría encontrar estos puntos en común con el denostado Bernardino. Ambos cipayos, privatistas y centralistas. Esos adjetivos no serán útiles para la campaña que viene, pero sirven y mucho, para saber que no todo es lo que parece.

lunes, 9 de abril de 2012

Yo, Tu y Él. Compañeros jugando a la sucesión.

El manotazo del ahogado, el reflejo de un hombre acosado, el agobio de una persona que se siente además, sola. Todo eso se dijo que reflejó, con fundamentos y sin ellos, la conferencia de prensa que la semana pasada hizo Boudou.

Todo eso lo explican con hechos concretos, gestos y palabras. Pero quedarse solamente con estas suposiciones y lecturas a veces demasiado rebuscadas es raspar la cáscara de un hecho político profundo que se manifiesta en la justicia y en los medios, pero que pasa en la política.

Para seguir los acontecimientos de la causa judicial en la que estaría involucrado Boudou, alcanza y sobra con leer a dos periodistas tan jóvenes como sólidos. Nicolás Wiñazki (@wwnicolas) y Hugo Alconada Mon (@halconada). Pero seguir sólo la trama judicial de un hecho que es fundamentalmente político, es ver la consecuencia de un fenómeno que nada tiene que ver con la justicia.

El tema Boudou- Ciccone, como el tema Scioli- Inseguridad, o incluso el de Urtubey- Aborto, es parte de un problema más profundo, originario e irresuelto por el peronismo históricamente: la sucesión.

Con un mandato que se agota lentamente como un reloj de arena, y la dinámica política de los últimos meses, que parece desgastar a una velocidad mayor la figura de Cristina -desvaneciendo así la idea de la Re-Re; la ecuación de la sucesión es claramente la mayor preocupación en los círculos oficialistas, y en ellos Boudou, el economista descontracturado que llegó a la vicepresidencia a base de obediencia, está en una posición privilegiada.

No quiero decir que Boudou es víctima de ataques o que está siendo alcanzado por aquellos inescrupulosos que lo quieren ensuciar y a su vez poner palos en la rueda del "Modelo". Más allá de los potenciales tráfico de influencias e incumplimientos al deber del funcionario público en que podría haber incurrido Boudou, es evidente que una causa de esta magnitud esconde una trama política mucho más pesada que la judicial, económica o mediática.

Que Boudou ha sido cuando menos poco prolijo y hasta torpe, ya está demostrado. La justicia llegó demasiado lejos aún sin haberlo imputado para que todo esté en orden y el accionar haya sido transparente. Pero arriba de eso, hay quienes quieren ponerlo en caja, sacarlo de las gateras e inoperativizarlo, es decir "cletizarlo" haciendo honor a su antecesor.

Esta trama explica las luchas intestinas en las que está inmerso el oficialismo, los ataques de Verbistky a Scioli desde sus columnas de Página 12 http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-183657-2011-12-18.html, la confrontación de Boudou con el procurador Righi http://www.lavoz.com.ar/noticias/politica/boudou-denuncio-ante-justicia-al-estudio-righi-al-titular-bolsa-comercio, los pases de factura en el conurbano y las confrontaciones sindicales http://www.minutouno.com.ar/minutouno/nota/163330-para-lescano-moyano-hara-un-papelon-en-loscomicios-de-la-cgt/. Todas con el aderezo que implica la caja que se reduce. El combo es fuerte: la contención política afloja y además se achica el bien disciplinador por excelencia: la plata.

Decir que esto es una operación mediática es una estupidez. No ha habido desde el regreso de la democracia un caso de esta magnitud, que afecte a un Vicepresidente de la Nación que no haya tenido repercusión mediática. Señalar que esto es sólo consecuencia del despecho de una mujer, también sería poco serio. En todo caso, la mujer herida que en muchas otras historias pasa por loca, hoy habló en campo fértil. Esto es un delito en potencial, con un vicepresidente torpe en tiempo real y una operación, política -no mediática-, aceitada y compleja.

Como perlita. Boudou pegó en dos frentes en su conferencia de prensa. La justicia y los medios. Los dos ámbitos donde el oficialismo legisló para acrecentar su influencia con la fuerza de la acumulación del poder político y económico que hoy está en riesgo. 

Nadie duda que hoy los agentes de la justicia y la comunicación, tarde o temprano, por convicción o sumisión terminan entrando en el círculo oficial enmarcado en dos leyes directrices del modelo. Ahí están la ley que reformó la composición del Consejo de la Magistratura y la Ley de Servicios Audiovisuales.

Esos dos campos en los que el kirchnerismo librará su batalla, la justicia y la comunicación, van a expresar los alineamientos que la política y el dinero, ya no garantizan.

A Boudou en este Gran Hermano le hicieron un complot y ya es el primer nominado.