Malargüe es la localidad más austral de Mendoza. Tiene 27.000 habitantes y es el departamento más extenso aunque uno de los menos poblados. De esos 27.000 habitantes, quitando jubilados y menores de dieciocho años, Malargüe cuenta con alrededor de 17.000 personas en edad económicamente activa. De ellos 821 trabajaban en la explotación de Potasio- Río Colorado.
En San Rafael, departamento cabecera del sur de Mendoza, viven unas 190.000 personas. De ellos, quitando niños y jubilados, quedan unas 115.000 personas en edad económicamente activa. 600 trabajaban en la Vale.
A un sueldo promedio de ocho mil pesos mensuales, en Malargüe van a faltar por mes seis millones y medio de pesos. Con ese mismo sueldo promedio, en San Rafael faltarán casi cinco. En Malargüe, es algo así como trescientos ochenta y dos pesos por malargüino económicamente activo, en San Rafael algo más de treinta pesos.
El comercio, el agro, la industria y toda expresión económica de la región, ya lo está sintiendo. Si a esos números, sumamos los provenientes de otros lugares y los indirectamente empleados podemos superar los nueve mil.
Es difícil encontrar un caso que concentre y refleje tan claramente las debilidades y la mala praxis de gestión del Kirchnerismo. En el caso Vale hay de todo.
Hay errores de política exterior del Kirchnerismo, que no ha cesado en el fomento de conflictos comerciales con sus países vecinos; especialmente Brasil, lugar de origen de la empresa Vale. A la par de los humores e ideas de Moreno, dos o tres veces por año miles de dólares en productos durables y perecederos quedan frenados en la aduana por días, semanas y hasta meses, sin explicaciones evidentes, lógicas o comprensibles. Un país así, difícilmente pueda contener y dar garantías a una inversión de seis mil millones de dólares.
Hay errores de política económica del Kirchnerismo, que hace inviable inversiones a priori rentables. Con una inflación piso de 25% y expectativas de expansión y un tipo de cambio relativamente estable, la pérdida de competitividad es alarmante.
Pero además el caso Vale nos sirve para ponderar otras cuestiones. Es muy común escuchar que la institucionalidad, el equilibrio de poderes y el federalismo son intangibles, no hacen a la calidad de vida, no son en realidad activos en sí mismos. Vale pone en evidencia todo lo contrario.
El deterioro de la calidad institucional de la Argentina es tal, que para salvar el proyecto dependimos de una reunión entre Dilma Rousseff y Cristina Kirchner que no se realizó por la muerte de Chávez. En un país que tiene ministerios de economía, industria, infraestructura, un jefe de gabinete y centenares de funcionarios jerárquicos, la reunión que podía salvar el proyecto no se hizo porque la cumbre presidencial no fue posible. Casi una foto de la época medieval donde las guerras se iniciaban por malos entendidos entre los príncipes, y debajo de ellos no había nada, solo soldados.
A su vez, ese deterioro institucional afecta profundamente al federalismo. Mendoza cuenta con un gobernador, y San Rafael y Malargüe con dos intendentes, que practican acríticamente y durante las veinticuatro horas del día un chupamedismo militante digno de una obra teatral. La capacidad de los responsables de las administraciones municipales y provincial es reducida, pues se trata de delegados de la presidenta más que representantes de su pueblo.
La realidad, es que en el sur de Mendoza el modelo ha pegado duro, mostró su peor cara, la de la desidia y necedad de sus gobernantes; la de un gobierno que en 2013 se lo ve aturdido y preocupado solamente por la sucesión, porque un presidente peronista les garantice en 2015 lo que ellos le garantizaron a Duhalde y lo que antes Duhalde le garantizó a Menem: la impunidad.
En Mendoza no hay ganancias extraordinarias en las explotaciones agrícolas. Más aún, muchas agonizan porque los precios hacen inviable la producción a pequeña y media escala de duraznos, damascos y peras y porque el Estado aparece mal y nunca cuando las contingencias climáticas castigan.
En Mendoza no hay grandes polos industriales. En el sur de la provincia no hay hoy más fábricas que en los `90, las conserveras no se han recuperado, los secaderos tuvieron un 2012 para el olvido y año a año se pierde empleo industrial.
En el sur de Mendoza, los `90 todavía no terminan, siguen por cadena nacional y con la Anses reemplazando a las fábricas y fincas de hace veinte años. Diez años de “El modelo”, sólo nos dejaron una plaza y la terminal de ómnibus y engordaron en un par de semanas el ejército de desempleados en más de 4000 trabajadores.