sábado, 19 de mayo de 2012

De las zapatillas de Ruckauf a las medias de Cristina. La política que te viste.

Dos viajes a Angola en un par de meses. Las dos con Moreno a la cabeza. El último con Presidenta incluida, risueña y feliz, incluso bailando danzas tradicionales. El exótico viaje no creo que nos haya dejado muchos negocios, pero sí  algunas perlitas para entretenerse.
1) Antes que nada, que quede claro. Este blog aunque no es muy antiguo, fue bautizado mucho antes que el affaire de las medias para Angola. El “se te desataron las medias”, se debe a un dicho popular. De chico, cuando andaba medio dormido algún familiar me decía “se te desataron las medias”, y yo, pasmado como pocos, miraba para abajo.
Nunca pensé que las medias se pudieran desatar, simplemente porque no están atadas. Pero quien dice, llegó el día en que las medias, aunque no atadas, desataron una linda batahola mediática. O íncluso, el tema de las medias tenga antecedentes, no venga caído del catre y sea la continuidad de una estrategia tradicional del peronismo.
En pocas líneas, la delegación oficial de nuestro país que viajó a Angola encabezada por la Presidenta Cristina Kirchner, llevó de souvenirs varios pares de medias con la inscripción “Clarín miente”. La verdad, que con un poquito de mal gusto. Según se ve en la foto, los acreedores del souvenir, no tenían ni siquiera zapatillas.
2) Pero ¿Adonde fuimos a hacer negocios? Ésa es mi inquietud.
Angola es un país africano que desde su independencia de Portugal vive sumido en una crisis política profunda. Tan profunda que dio lugar a guerras civiles y conflictos armados con asiduidad.
Su presidente, Dos Santos, está en el poder desde 1979. Sí, no es un error de tipeo -no soy perfecto, pero no soy Reposo-. Dos Santos manda ahí hace 33 años.  Este hombre, originalmente comunista, es el líder de una de las dictaduras más crueles, antiguas y opresoras del mundo.
Su economía débil y poco diversificada, es tan precaria como su situación política. Es rica en recursos naturales, tiene alta concentración de la riqueza en los grupos cercanos al poder que encabeza Dos Santos y está ávida de inversiones. Sí, tampoco tuve un error de tipeo. Los angoleños no están desesperados por comprarnos productos manufacturados a los argentinos.
Según Wikipedia, la esperanza de vida de Angola, es la más baja del mundo, y se encuentra por debajo de los 39 años. Ojo, esto es un punto a favor de la política oficial, probablemente Dos Santos esté interesado en importar el modelo Anses. Seguramente, el tiene más activos que pasivos en el sistema. Claro que aportar, allá aportan menos trabajadores registrados que acá.
3) Una linda anécdota respecto al viaje es el diálogo entre Lanata y Timerman, el canciller. Generalmente, se habla de que en política exterior, hay quienes privilegian una mirada más ética y quienes ejecutan una política más pragmática. Un ejemplo de la primera, es la que encabezó el presidente norteamericano Carter, que cuestionaba duramente a fines de los `70 a la dictadura argentina por las violaciones a los derechos humanos. Un ejemplo de la segunda, es su sucesor, Ronald Reagan, quien privilegió un buen vínculo con la dictadura y miró a un costado cuando de violaciones a los derechos de la ciudadanía se trataba.
Qué es lo llamativo? Cuando el periodista le preguntó a Timerman que opinión le merecía un gobierno que está hace 33 años en el poder y que carga con infinidad de denuncias por violación a los derechos humanos, Timerman contestó que no tenía opinión formada. Sí. El Canciller, el ministro que nos vincula al mundo, no tiene opinión formada sobre la política de un país al que nuestra presidenta va en visita oficial.
¿Pero qué es más llamativo aun? El padre de Timerman, Jacobo, fue uno de los beneficiarios de la política exterior ética de Carter. El gobierno americano pidió expresamente por él cuando era perseguido y apresado por la dictadura argentina. Timerman hijo camina por el otro andarivel, el que en materia internacional se vanagloria de hacerse escuchar en el G20 y mirar a un costado cuando de derechos humanos se trata.
4) Esta visita no es la primera en su tipo. Hay un antecedente, también de la gestión de Cristina Kirchner. Sabés cuál fue la primera visita oficial que recibió Cristina Kirchner en febrero de 2008, a meses de asumir? Te cuento. Esa vez, invitó al dictador Obiang, de Guinea Ecuatorial. Lo retó en público y firmó algunos acuerdos en privado, claro que pese a todo fue recibido con honores.
El problema, no es si el camino es la política exterior principista o la pragmática. Eso es discutible, como todo en política. El tema es que como respecto a Malvinas tenemos una política exterior de imágenes y cortometrajes incoherentes entre sí. Incoherentes con el discurso e incoherentes con lo que decimos querer proyectar.
Pero, nobleza obliga, hay veces que aparece la coherencia. La visita a Dos Santos en materia de política exterior es coherente con el camino iniciado por Obiang. Y en materia partidaria e interna, también es coherente. Mirá, a Cristina la puso Néstor. A Néstor lo puso Duhalde. Y Ruckauf sucedió a Duhalde en la gobernación de Buenos Aires. Sabés lo que hacía Ruckauf hace 11 años? Hacé click y mirá esta nota.

martes, 8 de mayo de 2012

De Rattín a la propaganda. Malvinas para la tribuna.


Desde enero han pasado cuatro meses y piquito, pero en lo que hace a la política parece que hubieran pasado un par de años. Arrancamos con Famatina y la minería, pasamos por los subtes y hubo un debate exprés por el tema YPF. Todos temas profundos que terminaron siendo coyunturales.

Un solo tema parece haber durado en la agenda pública. Tal vez el menos relevante para la calidad de vida de los argentinos, pero seguro, el más importante para el sentir nacional, Malvinas. Sin expectativas de que Malvinas se aborde con la profundidad que carecieron los otros temas, creo que vale la pena que analicemos si hay horizonte y estrategia atrás de las publicitadas acciones del gobierno.

Todo empezó hace unos meses. Convocatoria de la presidenta, cadena nacional para variar, y un anuncio con gusto a poco:  una denuncia en el marco de las Naciones Unidas al Reino Unido por la militarización de las islas y la publicación de un informe que cuestionaba las acciones militares argentinas en la guerra de 1982.

La denuncia pasó, se cumplieron 30 años de la guerra, se hicieron los actos de rigor. Llega entonces la Cumbre de las Américas en Cartagena. Hace sólo unos meses. Aquí hay un hecho relevante y poco feliz para la política exterior argentina. En la declaración final, los Estados americanos, nada dijeron de Mlavinas.
Hace un par de semanas reverdeció el tema. Primero, la interpelación de la embajadora argentina ante el canciller británico en ocasión de una reunión ajena al tema Malvinas. Después, la publicidad filmada en las mismas Islas con el mensaje  de que “Para competir en suelo inglés, entrenamos en suelo argentino”.

A mi también me causa gracia y también me pone la piel de gallina la historia de Rattín sentándose en la alfombra de la Reina Isabel II después de ser expulsado de un partido del mundial del `66.

Pero esa historia, como la propaganda ahora, no forma parte del camino a la recuperación de las Islas por el diálogo. La idea de Rattín como la del gobierno a través del deportista, tienen sentido para el cosumo interno, para vos, para mi, para nosotros. Pero no aporta nada, absolutamente nada, a la historia que tenemos que resolver con ellos.

Son gestos tribuneros, quedan en la historia de la hinchada; no en la historia del deporte, no en la historia de la Nación.

No es mala esa mirada sentimental, es inconducente. Las políticas públicas y la gestión gubernamental se deben mensurar además según su eficacia y rumbo, es decir cuánto nos acercan o alejan del objetivo.  Es desde esta mirada que -así como con respecto a Famatina, los subtes e YPF-, tenemos que mirar más allá de la coyuntura.

La mirada racional sobre el tema Malvinas parte de una opción que todos tenemos, o debiéramos tener clara. Nuestra estrategia debe priorizar el camino del diálogo al de la fuerza.

La mirada racional se debe preguntar de qué forma estas medidas (la promocionada denuncia en Naciones Unidas, el planteo de la embajadora Alicia Castro y la publicidad oficial), aportan a facilitar el diálogo.

Desde mi opinión, el camino del diálogo en la cuestión Malvinas ha retrocedido varios casilleros en los últimos meses. A su vez, mientras el camino arduo y difícil del diálogo se  complicó, el discurso nacionalista de poca monta se vigorizó sin sentido, alejándonos más del anhelo nacional de recuperar la soberanía sobre las Islas.

Aporta sí que continuemos el camino que iniciara el gobierno de Illia en 1965, y que todos los años genera  una resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas instando a la negociación. Aporta y mucho, que organizaciones internacionales y terceros gobiernos adhieran a la demanda Argentina.

No se trata de ser más o menos patriota. Se trata de planificar y hacer con una mirada de largo plazo. Con acuerdo de todos los sectores políticos, sin someterse a los impulsos nacionalistas y la tentación de dejarse llevar por la opinión pública muy sensible al tema.

Argentina tiene para sí una ventaja preciosa. El colonialismo, así como lo fue en otros momentos de la historia la esclavitud, o la discriminación racial, reúne un rechazo casi unánime en el mundo. El Reino Unido en este sentido, corre con el costo de ser lo que la mayoría denosta.

Tenemos también una desventaja. Quien nos mira desde afuera nos recuerda que en 30 años, un período mínimo en la historia, pasamos del uso de la fuerza a forzar una amistad con los isleños, pasando por una activa militancia diplomática para instalar el tema. No hemos tenido continuidad ni hemos sido coherentes. Esa debe ser nuestra prioridad en cuanto a Malvinas. Combinar nuestra coherencia con el anacronismo de la postura británica es el camino correcto.

Recuperar las Malvinas debe ser un objetivo, pero conseguirlo será resultado de un proceso que incluya tender lazos con sus habitantes, presionar al Reino Unido a  través de la adhesión de más Estados y organizaciones internacionales a la causa de Malvinas y sobre todo, sostener esa política, pensando más en la próxima generación que en la próxima elección. Como decía Winston Churchill, eso distingue a los estadistas.