jueves, 21 de junio de 2012

Hugo y Cristina. Tan desprolijos como el Ogro y Amalia.

El impuesto a las ganancias en los salarios, la inflación, la falta de democracia sindical. Causas judiciales de aquí y de allá. Nadie podría decir que son temas nuevos en la agenda pública. Lo que es nuevo es que estén en boca de los que durante 9 años los tiraron debajo de la alfombra.


Muchos desde la política, los medios y las charlas entre amigos te dicen “y, ¿de qué lado estás, con Moyano o con el gobierno?”  La respuesta no puede tener el mismo tenor de la pregunta.


No se trata de Moyano o el gobierno, simplemente porque la historia no empezó cuando uno y otro encontraron razones para enfrentarse. Las razones del divorcio no tapan las causas del matrimonio.


Optar a secas por uno u otro es de una pobreza analítica grave, y es seguir el juego del maniqueísmo y la mirada bipolar, donde todo es A o B. Yo me permito decir ni con uno ni con otro. Ni con el Ogro Fabbiani, ni con Amalia Granata.


En nuestro país, la inflación viene de 2007. En cuatro años y medio, los precios al público se han incrementado en torno al 85% o 100%. La inflación recién en estos días preocupa a la dirigencia sindical. Al varón de esta pareja, nunca la importó mucho que eso afectara a los trabajadores ante todo.


En este mismo país, hace dos años se investiga la provisión de medicamentos truchos a enfermos terminales. Una maquinaria paralela de expendio de remedios no puede funcionar sin dos actores fundamentales: las obras sociales (a cargo de sindicatos), y los funcionarios de Ministerio de Salud (a cargo del gobierno). En este caso los dos, varón y mujer, miraron a otro lado y pusieron sus negocios por encima de todo.


El impuesto a las ganancias afecta desde hace años a los salarios medios y altos. Un impuesto que supuestamente afecta a la ganancia, no debería confundir a esta con el salario. La actualización anual eleva el mínimo no imponible, pero lo hace siempre por debajo del aumento de sueldos, es decir que cada vez son más los argentinos que abonan este impuesto. Mientras tanto, desde 2003 el modelo nacional y popular mantiene en el 21%. al impuesto más regresivo de todos, el IVA. 21% para Cristobal López, Hugo Biolcatti, Salustriana, vos y yo. Los dos en la pareja en crisis, Hugo y Cristina pagan lo mismo de IVA que vos, claro que a fin de mes juntan algo más que nosotros dos juntos.


En nueve años, Moyano y el gobierno coincidieron más de lo que divergieron. Fueron una pareja con más felicidad que malos momentos. El último alegrón fue el 54% del 24 de octubre. Ese día los dos juntos festejaron, y el 25 empezó el camino del divorcio.

Hasta entonces, Moyano miró para un costado cuando se trataba de inflación y silbó bajito cuando se trató del impuesto a las ganancias. El gobierno, ordenó hacer un poco de ruido con lo de los medicamentos truchos, pero con límites claros: con Moyano, no se metan.


Desde el gobierno hace 9 años nos hablan de un modelo que empezó teniendo al menos tres pilares. Uno económico: los superávits gemelos (fiscal y comercial), uno político: la prioridad dada a los derechos humanos, uno socio-político: la opción de apoyarse en los trabajadores. Hoy, en 2012 el modelo enterró los superávits, la política de derechos humanos quedó en la banquina y el apoyo sindical se convirtió en oposición.


Ese modelo puede funcionar perfectamente sin derechos humanos, se las arregla para caminar rengueando sin superávits gemelos. Pero no puede caminar cuando pierde la expectativa. El peronismo no resiste la incertidumbre, el peronismo no puede subsistir sin liderazgos. El relato puede ocultar los déficits económicos, pero cuando lo que falla es el poder, el relato se despedaza.


Cuando se pelean Moyano y Cristina, el modelo es el que está en crisis. No es una crisis política, ni económica, ni social. La crisis es de poder, de poder partidario. Se pelean por el 2015, se pelean por conducir el peronismo.


No te hagas ilusiones, nunca les importó que circularan medicamentos truchos, tampoco les interesó la democracia sindical, menos aun que el impuesto a las ganancias alcance al trabajador.

Se pelean por lo que queda y lo que viene. El hombre se dio cuenta que en 2015 la mujer se queda sin empleo. La mujer, sabe que el varón anda buscando casa para no pasar frío cuando el calor se acabe. El matrimonio ya no tiene razón de ser, no se necesitan, nunca hubo amor y hoy están dividiendo los bienes. Esperemos que sean más prolijos que Amalia y el Ogro, entre estos dos está Uma. Entre Hugo y Cristina somos 40 millones que vemos pasar los ceniceros.

lunes, 11 de junio de 2012

Los costos de la obsecuencia. Pérez= Jaque recargado.

Vaya uno a saber por qué,  Mendoza siempre tuvo ínfulas de autonomía. Tal vez sea porque desde temprano desarrolló una economía regional con dinámica propia, o por la distancia de 1.000 kilómetros respecto a Buenos Aires. Más allá de las razones, hay algo cultural que hace que los mendocinos pongamos a la provincia de modelo, reneguemos de la Nación, y enaltezcamos a la mendocinidad.
Esa mendocinidad, en materia política fue entregada hace 25 años. La última imagen de ella fue el conflicto entre Llaver y Alfonsín por Los Nihuiles. Desde entonces, la sumisión se impuso como estrategia.
De los últimos 20 años, salvo cuatro –los dos primeros de la gestión Iglesias y los primeros dos del mandato de Cobos-, el signo político del gobernador coincidió con el del Presidente. Podríamos suponer que esa empatía redundó en beneficios para Mendoza. No. Con la cabeza gacha y sin chistar los gobiernos mendocinos pusieron a Mendoza a disposición del presidente de turno.
Actualmente, hay dos  situaciones estratégicas que permiten asegurar que el gobierno de Pérez, a seis meses de haber comenzado, será una continuidad en ese camino de mediocridad.
Primero, la competitividad de la economía mendocina. En Mendoza no se produce soja ni hay montadas grandes fábricas o ensambladoras que sustituyan importaciones. Los mendocinos producimos vinos, ajos, conservas e industrializamos frutas. Mucho de eso lo vendemos al exterior; Brasil, Estados Unidos, Europa y los países asiáticos son destino de nuestros productos. Todos los sectores de nuestra economía sufren hace cuatro años el deterioro de su competitividad porque aumentan sus costos un 20% anual por la inflación, y con el tipo de cambio estable, venden a dólares constantes que cada vez rinden menos.
Lentamente, los productos mendocinos pierden competitividad faz a faz sus competidores chilenos, sudafricanos, australianos. El paso siguiente es la pérdida de mercados. Cuando se pierden mercados se achica la producción. Al achicar la producción se echan trabajadores y se invierte menos en la provincia. Y la lista de consecuencias sigue.
Los mendocinos no gozan de los precios elevadísimos de la soja, que aun con políticas erráticas del gobierno nacional conserva competitividad. Los mendocinos tampoco gozan de protección por sustituir importaciones, más bien sufren las restricciones para ingresar bienes de capital para sus industrias. Lo que es más grave, los mendocinos sufren la inoperancia, silencio y pasividad de un gobernador que en lo que va del año aplaudió a la presidenta en varias cadenas nacionales y no volvió de ningún viaje con respuestas concretas.
Vamos con la segunda. Si agarramos los diarios de hace diez años, vemos que los mendocinos hablaban de Portezuelo del Viento, el Trasandino, el Paso las Leñas, la represa Los Blancos. Claramente había dos grandes pilares en la obra pública mendocina, la maximización de recursos hídricos y la integración física con Chile. Si agarrás los diarios de esta semana, seguro que encontrás dirigentes que piden a gritos por Portezuelo, el Trasandino, el Paso Las Leñas y la represa de Los Blancos.
Luego de una década donde la economía argentina se expandió a un promedio del 7%, las obras públicas estratégicas para Mendoza, siguen pendientes.  La lealtad, no se reflejó en obras. El problema hídrico se profundizó. La integración física con Chile  sigue pendiente.
Mendoza eligió gobernador hace seis meses pero pareciera que lo hizo hace diez años. Las declaraciones y acciones de Pérez, perfectamente cuajarían en un diario de 1995 o 2005. Abundan en generalidades y en asuntos pendientes desde hace dos décadas en la agenda pública mendocina.
Le quedan todavía tres años y medio de mandato, pero desde diciembre hizo más referencia a sureelección que a la producción; a reformar la constitución y endeudarse para llegar a diciembre, que a exigir a la Nación lo que corresponde a Mendoza.
Con esta muestra, sobra. Pérez es Jaque recargado. Obsecuente como su predecesor, no oculta sus aspiraciones de reelección mientras observa pasivamente el deterioro de las joyas de la abuela.