viernes, 19 de octubre de 2012

La política exterior K: 5 ejemplos para el menos 10.


Es difícil reducir a un artículo la descripción de la política exterior de un país. Aún cuando no se lo haga con criterios académicos sino solo apostando a la reflexión. Pese a ello, en esta nota intento describir con cinco ejemplos la no política exterior argentina durante los últimos años.

La visita Angola, las clases de la presidenta en el G20, la visita del dictador de Guinea, los negociados de funcionarios con Venezuela y el papelón de la Fragata Libertad quedarán para la próxima. 
 
 
Acá, algunos ejemplos de cómo un país que creció a tasas chinas hizo papelones propios de un nuevo rico y es hoy menos confiable y previsible que hace veinticinco años.

Conflicto por el gas con Chile.
En 2004, para compensar el aumento en el costo del gas que Argentina trae desde Bolivia, el presidente Kirchner incrementó unilateralmente el precio que pagaba Chile por el fluido. Además, tomó medidas complementarias de restricción de los suministros, luego corte y finalmente aumento de las retenciones a la exportación de gas del 20% al 45%.

Todo esto pese a que había acuerdos firmados desde el año 1997 que incluyeron inversiones multimillonarias como por ejemplo, la construcción de tres gasoductos.

En 2006 el conflicto aún estaba presente en la agenda bilateral. A tal punto era compleja la situación que Bachelet decía en julio de ese año: "Va a ser necesario hacer mucho trabajo para poder recomponer las relaciones de confianza y de relaciones estratégicas"

Papeleras
El conflicto se extendió por 7 años, desde la habilitación por parte de Uruguay a la instalación de ENCE, hasta el fallo del Tribunal de la Haya en abril de 2010.

En el medio hubo de todo menos coherencia. Actos en Gualeguaychú, sobractuaciones en el marco de campañas locales y gestiones de política exterior más dirigidas al consumo interno que a la solución del conflicto con el país vecino.

Si hoy pensamos qué pasó con la papelera de Botnia, nadie sabe a ciencia cierta si contamina o no y a quién benefició el fallo de la Haya. Lo único cierto y evidente es que la relación política y comercial con un país vecino estuvo siete años determinada por un conflicto innecesario y que demostró además la incapacidad de resolver diferendos entre dos países del Mercosur sin recurrir a terceros extra regionales.

Conflicto Comercial con Brasil.
Durante todo el período de gobiernos kirchneristas se han repetido los conflictos comerciales con Brasil. Es natural que haya rispideces y diferencias entre dos países con intensas relaciones comerciales y economías que son más competitivas que complementarias. El sector textil, la industria liviana, calzado y vestido son industrias que emplean intensamente mano de obra en ambos países. El desempeño comercial en estos rubros tiene un alto impacto social en ambos países y consecuentemente, relevancia política.

Lo que sí resulta cuestionable al gobierno nacional es que tras nueve años de intenso crecimiento económico, cordiales relaciones entre los gobiernos e intensificación de los vínculos políticos, siga pendiente la complementación de las economías, el establecimiento de nuevos acuerdo sectoriales como el automotriz y continúen presentes un sinnúmero de trabas para arancelarias que en el caso argentino, perjudican particularmente a las economías regionales de las provincias cuyanas.

La Relación con Estados Unidos : Antonini Wilson y Timerman, el aduanero.
En medio de la campaña que culminaría con la elección de Cristina Kirchner como presidenta, ingresó al país in tal Antonini Wilson. Venía en un avión contratado por la empresa estatal ENARSA, y traía 800.000 dólares que no declaró como corresponde.


Más cerca en el tiempo -a principios de 2011-, Timerman protagonizaría un hecho similar cuando vinculó a cuestiones de espionaje y llevó al ámbito del debate público un desentendido con Estados Unidos por el ingreso a Argentina de material de inteligencia para ejercicios militares conjuntos con las fuerzas armadas de nuestro país. Aquel episodio terminó con la decadente imagen del Canciller abriendo el equipaje como un empleado aduanero más.

      Medio Oriente. Completo error.
Desde hace unos años a esta época una de las regiones más dinámicas e interesantes de la política internacional es Medio Oriente. Desde la caída de varios gobiernos autoritarios, pasando por la guerra civil desatada en Siria y el tema nuclear en Irán todos estos temas han estado durante 2012 en boca del mundo.

La Argentina ante estos hechos ha sido coherente: erró en todos. Desde la recuperación democrática nuestro país tuvo como premisa una política exterior principista, haciendo hincapié en el respeto a los derechos humanos y el fomento de la cultura democrática. En Libia, hasta último momento reconocimos como gobernante legítimo a Gadafi, violador serial de los derechos humanos y constante amenaza para la paz del mundo. En el caso sirio caminamos por la misma pasarela. Bancamos con distinción a un gobierno déspota, violento y cultor de la muerte.

El tema iraní es más profundo, y también más preocupante. Allí hay otros intereses en juego. Desde hace años la justicia argentina exige la extradición de funcionarios y ex funcionarios iraníes por la investigación que se sigue en el caso AMIA. Hace unas semanas el gobierno nacional decidió negociar con este régimen autoritario -que se ha mostrado renuente a colaborar con la justicia argentina-, cuestionado y encabezado por un homófobo, negacionista y antisemita.

Argentina puede crecer, la soja puede aumentar y pueden ganar gobernantes amigos elecciones en países de la región. Pero como dice la frase de Séneca “No hay viento favorable para quien no tiene rumbo.”

miércoles, 3 de octubre de 2012

La herencia propia.


En octubre pasado, cuando Cristina ganó su reelección dos cosas quedaron claras. Por un lado, la altísima adhesión popular al oficialismo, por otra, que las elecciones no se ganan con proyecciones y propuestas sino con el presente, el aquí y ahora.

Una tercera no se veía en los diarios del lunes pero es tan contundente como las otras dos. Cristina ese día pasó por el cajero y sacó la herencia. Cargó en su mochila los errores de los dos últimos gobiernos. El de su marido y el suyo propio.

En la historia Argentina con más y menos razones se extendió la apelación al pasado para justificar los problemas del presente. Cuando Alfonsín llegó al gobierno, recibía la bomba de tiempo de los militares, Menem recibió la inflación de Alfonsín, De la Rúa los restos que había dejado la fiesta menemista, el tándem Duhalde- Kirchner el país incendiado de la Alianza.

Todos esos presidentes con más o menos éxito dijeron algo así como “Señores, vine de presidente y me encontré con un país en llamas, estoy apagando incendios que me dejó el que se fue”. Hoy esa apelación perdió vigencia.  Ya nadie compra la comparación del 2012 con el 2001, no porque no estemos mejor, sino porque hoy la herencia es de Néstor y Cristina.

Vamos a los casos concretos del Kirchnerismo III, ese que empezó en diciembre. Transporte, economía, educación y los prefectos.

En febrero la tragedia de Once. Más de 50 muertos en un accidente ferroviario a treinta cuadras de la Casa Rosada. ¿Qué desnudó Once? Un esquema de subsidios sin control, inversiones que el concesionario no hizo y que el Estado no exigió y puso en la tapa de los diarios las caras de Jaime y Schiavi, los secretarios de Transporte del kirchnerismo de fluidos vínculos con los empresarios del transporte y el sindicalista Pedraza –hoy juzgado por el asesinato de Mariano Ferreyra.-

A mitad de año, el dato del empleo. Más de 350.000 empleos se perdieron -según el INDEC-, entre octubre de 2011 y marzo de 2012. Si lo sacás por día hábil, es algo así como 2500 puestos de trabajo destruidos por día. En una jornada de 8 horas, son algo más de 300 por hora.

Acá no hay tanta vuelta. Podés hablar de la crisis internacional, podés hablar de Brasil y la mar en coche. La realidad, es que un país que tiene un dólar firme alrededor de los $4,50, y costos crecientes por inflación a un ritmo del 25% anual, pierde mercados y empleos rápido y parejo.

La educación es tal vez el tema más sorprendente. Este gobierno arrancó bien, reformuló leyes y comprometió cifras importantes del PBI para la educación. El problema es que la plata no puede reemplazar ideas, planificación, contención y valores. Hoy, según el Ministerio de Educación, repite un 3% más de chicos que en 1998, hay un 20% que no estudian ni trabajan, y un 20% de ellos pierden por horas libres acumuladas más de 30 días de clase al año, es decir que no sólo no se cumple con el objetivo de los 180 días, sino que un 1 de cada 5 chicos no llega a los 150.

Lo de los prefectos y gendarmes responde a la misma lógica. Hay trabajadores de las fuerzas de seguridad que ganan 6.000 pesos por mes y de un mes al otro por decreto presidencial le quitaron adicionales. Esos adicionales eran el 50% del sueldo, 3000 pesos. Un tipo que cobra la mitad que el mes anterior no es un golpista sino víctima de una decisión equivocada.

Schiavi y Jaime fueron funcionarios del kirchnerismo. La inflación fue obra y creación del kirchnerismo. Los problemas de la educación que hasta las estadísticas oficiales reflejan han sido gestionados los últimos 10 años por ministros kirchneristas. El decreto que reduce los ingresos de los trabajadores de la seguridad, fue firmado por la presidenta.

Lo que vemos hoy no lo explica una crisis externa, tampoco el golpismo de los que ya no tienen fuerza, lo que hoy ves en la calle, la tele y las redes sociales es lo que se le dice “gestión”. Cristina Kirchner está gestionando, se está haciendo cargo de la herencia. Esa herencia que es fruto de los errores del gobierno de su marido y el suyo.