Es
difícil reducir a un artículo la descripción de la política exterior de un
país. Aún cuando no se lo haga con criterios académicos sino solo apostando a
la reflexión. Pese a ello, en esta nota intento describir con cinco ejemplos la
no política exterior argentina durante los últimos años.
La
visita Angola, las clases de la presidenta en el G20, la visita del dictador de
Guinea, los negociados de funcionarios con Venezuela y el papelón de la Fragata
Libertad quedarán para la próxima.
Acá,
algunos ejemplos de cómo un país que creció a tasas chinas hizo papelones
propios de un nuevo rico y es hoy menos confiable y previsible que hace
veinticinco años.
Conflicto por el gas con Chile.
En
2004, para compensar el aumento en el costo del gas que Argentina trae desde
Bolivia, el presidente Kirchner incrementó unilateralmente el precio que pagaba
Chile por el fluido. Además, tomó medidas complementarias de restricción de los
suministros, luego corte y finalmente aumento de las retenciones a la exportación
de gas del 20% al 45%.
Todo
esto pese a que había acuerdos firmados desde el año 1997 que incluyeron
inversiones multimillonarias como por ejemplo, la construcción de tres
gasoductos.
En
2006 el conflicto aún estaba presente en la agenda bilateral. A tal punto era
compleja la situación que Bachelet decía en julio de ese año: "Va
a ser necesario hacer mucho trabajo para poder recomponer las relaciones de
confianza y de relaciones estratégicas"
Papeleras
El
conflicto se extendió por 7 años, desde la habilitación por parte de Uruguay a
la instalación de ENCE, hasta el fallo del Tribunal de la Haya en abril de
2010.
En
el medio hubo de todo menos coherencia. Actos en Gualeguaychú, sobractuaciones
en el marco de campañas locales y gestiones de política exterior más dirigidas
al consumo interno que a la solución del conflicto con el país vecino.
Si
hoy pensamos qué pasó con la papelera de Botnia, nadie sabe a ciencia cierta si
contamina o no y a quién benefició el fallo de la Haya. Lo único cierto y
evidente es que la relación política y comercial con un país vecino estuvo
siete años determinada por un conflicto innecesario y que demostró además la
incapacidad de resolver diferendos entre dos países del Mercosur sin recurrir a
terceros extra regionales.
Conflicto Comercial con Brasil.
Durante
todo el período de gobiernos kirchneristas se han repetido los conflictos
comerciales con Brasil. Es natural que haya rispideces y diferencias entre dos
países con intensas relaciones comerciales y economías que son más competitivas
que complementarias. El sector textil, la industria liviana, calzado y vestido
son industrias que emplean intensamente mano de obra en ambos países. El
desempeño comercial en estos rubros tiene un alto impacto social en ambos
países y consecuentemente, relevancia política.
Lo
que sí resulta cuestionable al gobierno nacional es que tras nueve años de
intenso crecimiento económico, cordiales relaciones entre los gobiernos e
intensificación de los vínculos políticos, siga pendiente la complementación de
las economías, el establecimiento de nuevos acuerdo sectoriales como el
automotriz y continúen presentes un sinnúmero de trabas para arancelarias que
en el caso argentino, perjudican particularmente a las economías regionales de
las provincias cuyanas.
La Relación con Estados Unidos : Antonini Wilson y Timerman, el aduanero.
En
medio de la campaña que culminaría con la elección de Cristina Kirchner como
presidenta, ingresó al país in tal Antonini Wilson. Venía en un avión
contratado por la empresa estatal ENARSA, y traía 800.000 dólares que no
declaró como corresponde.
Ante
el hecho, Néstor Kirchner decía en octubre de 2007 que "La
mala actitud de esta gente (por el gobierno estadounidense) y su
responsabilidad es tratar que una banda de mafiosos manotee el gobierno de
Argentina".
Más
cerca en el tiempo -a principios de 2011-, Timerman protagonizaría un hecho
similar cuando vinculó a cuestiones de espionaje y llevó al ámbito del debate
público un desentendido con Estados Unidos por el ingreso a Argentina de
material de inteligencia para ejercicios militares conjuntos con las fuerzas
armadas de nuestro país. Aquel episodio terminó con la
decadente imagen del Canciller abriendo el equipaje como un empleado
aduanero más.
Medio Oriente. Completo error.
Desde
hace unos años a esta época una de las regiones más dinámicas e interesantes de
la política internacional es Medio Oriente. Desde la caída de varios gobiernos
autoritarios, pasando por la guerra civil desatada en Siria y el tema nuclear
en Irán todos estos temas han estado durante 2012 en boca del mundo.
La
Argentina ante estos hechos ha sido coherente: erró en todos. Desde la
recuperación democrática nuestro país tuvo como premisa una política exterior
principista, haciendo hincapié en el respeto a los derechos humanos y el
fomento de la cultura democrática. En Libia, hasta último momento reconocimos
como gobernante legítimo a Gadafi, violador serial de los derechos humanos y
constante amenaza para la paz del mundo. En el caso sirio caminamos por la
misma pasarela. Bancamos con distinción a un gobierno déspota, violento y
cultor de la muerte.
El
tema iraní es más profundo, y también más preocupante. Allí hay otros intereses
en juego. Desde hace años la justicia argentina exige la extradición de funcionarios
y ex funcionarios iraníes por la investigación que se sigue en el caso AMIA.
Hace unas semanas el gobierno nacional decidió negociar con este régimen
autoritario -que se ha mostrado renuente a colaborar con la justicia
argentina-, cuestionado y encabezado por un homófobo, negacionista y
antisemita.
Argentina
puede crecer, la soja puede aumentar y pueden ganar gobernantes amigos
elecciones en países de la región. Pero como dice la frase de Séneca “No hay
viento favorable para quien no tiene rumbo.”