viernes, 14 de marzo de 2014

Tres ejes para un San Rafael de progreso.


Hace cuarenta años, el 70% de los sanrafaelinos trabajaban en el sector privado y un 30% en el ámbito público. Hoy, el 30% está ligado a la actividad privada, y el 70% depende del sector público.
Ese dato frío y duro dice mucho más de lo que parece decir. San Rafael ha perdido iniciativa, ha dejado de lado el futuro, la planificación pública y la ilusión del desarrollo y se encerrado en una dinámica decadente impropia de sociedades pujantes y creativas como la nuestra.
Quienes son más grandes nos hablan del tren que iba para Buenos Aires lleno de conservas, vinos y frutas sanrafaelinas, quienes somos más jóvenes nos acordamos de las temporadas de verano en que pelotones de mujeres vestidas de verde pasaban en bicicleta rumbo a la fábrica. Esas fotos pertenecen a un San Rafael que ya no está, y ante esto tenemos dos opciones: caer en la melancolía o tomar la decisión de salir del letargo y enfrentar la mediocridad.
Si queremos seguir este camino de chatura e inercia no hay mucho para hacer, sigamos hablando de la coyuntura, preocupémonos solo por el asfalto y la recolección de residuos, hablemos de la pésima gestión de los recursos municipales o de la falta de visión de nuestros gobernantes. Sigamos siendo solo críticos. Sigamos comentando desgobiernos.
Yo al menos, me voy a resistir a eso. Estoy convencido, San Rafael debe ponerse metas para engrandecer el departamento, enriquecer a nuestra sociedad y mejorar la calidad de vida de los sanrafaelinos.
Hay tres ejes que la sociedad, a falta de un gobierno con visión, debe hacer propias. Tres desafíos concretos que  son fundamentales para el desarrollo del departamento.
Primero, la construcción de la hidroeléctrica El Baqueano. Esta obra está proyectada entre Los Reyunos y Agua del Toro, tiene estudios de factibilidad aprobados e incluso está trazado el camino del perilago para llegar allí desde Los Reyunos. Podría generarse allí la misma cantidad de energía que generan juntas las presas de Agua del Toro y Los Reyunos, y esa energía está en condiciones de volcarse al sistema interconectado nacional a bajo costo: hay sólo veinte kilómetros entre el lugar de emplazamiento y la estación transformadora de Los Reyunos.
La construcción de una presa es sinónimo de empleo, tecnología, dinamización económica. La disponibilidad de energía en la Argentina de estos tiempos, es sencillamente sinónimo de prosperidad.
Segundo, mucho hablamos de la emergencia hídrica en el departamento, pero lo hacemos como si se tratara de una guerra entre sectores: operadores turísticos contra agricultores, Irrigación contra el mundo y el cambio climático que complota contra nosotros. La verdad, es que esta es una manera de mirarlo que expresa impotencia y falta de creatividad.
Es cierto, falta agua, pero el gran problema es que faltan obras estructurales que nos ayuden a cuidar el recurso. San Rafael tiene que trabajar e influir ante el Estado Nacional para pedir financiamiento internacional para la mejora de sistemas de riesgo intrafinca, la construcción de nuevos embalses y la impermeabilización masiva de cauces de riego. Es verdad que algo se ha hecho, pero el deterioro de la disponibilidad hídrica va más rápido que la capacidad y las inversiones que disponen los funcionarios.
Tercero, nos equivocamos si creemos que San Rafael va a contener a los turistas sólo por la belleza del Cañón del Atuel. La ciudad de San Rafael debe dejar de ser un lugar con turistas a una ciudad turística. Es vergonzoso el estado del principal corredor turístico, la calle Balloffet: cartelería inarmónica, una avenida destruida y arbolado público descuidado. Es alarmante que siendo un departamento con exponentes culturales de primer nivel no haya desde el ámbito público una política de protección y promoción de nuestros artistas que son muchos y muy buenos. No hay San Rafael turístico si la cultura se reduce a Vendimia, menos aun si vendimia se reduce a dos noches.
El departamento está achatado, sí. Estamos como comunidad en una meseta, es cierto. Pero tenemos potencial, tenemos con qué, hay un espíritu emprendedor que los sanrafaelinos debemos cuidar, hay recursos naturales, creatividad y capacidad en nuestra gente, debemos empezar por cambiar de mentalidad y decidirnos de una vez por todas a iniciar un camino de progreso que ponga a San Rafael donde nunca debió dejar de estar, a la altura de las capitales de provincia, de las ciudades más pujantes del país.