miércoles, 24 de abril de 2013

La reforma que deforma.


La reforma de la justicia es una oportunidad de ver al kirchnerismo desnudo y sobre la mesa. Allí se lo ve tal como es: una máquina de reproducir poder y generar impunidad.

Veamos algunos ejemplos. Veamos la historia completa, pongamos al capítulo justicia en su contexto.

El gobierno acumuló poder con la Ley de Medios.
Un simple ejercicio puede darnos una respuesta. Pregúntenle a un argentino de cualquier lugar del país si en su pueblo o ciudad hay más o menos dueños de medios que hace diez años, y pregúntele también si la publicidad oficial se concentra en un par de canales o está equitativamente distribuida.

La respuesta de esas preguntas concretas desnuda la realidad: el peronismo acumuló poder con la Ley de Medios.

El gobierno acumuló poder ahogando a las provincias y llevando a la servidumbre a los gobernadores.
El gobierno pasó de ejecutar el 49% del gasto en 1999, al 56% en 2010, y de recaudar 76,5% de los ingresos a 81% en igual periodo. Entre 2001 y 2011 cayeron las  transferencias automáticas un diez por ciento y aumentó la discrecionalidad. Y con la discrecionalidad, el poder.

El gobierno acumuló poder, sometiendo, mintiéndole y debiéndole  a los jubilados.
Hay más de medio millón de juicios abiertos. En 2012 la ANSES apeló 50.000 fallos que daban la razón a los jubilados. Se niega a pagar en tiempo y forma las sentencias pero le presta al gasto discrecional, cortoplacista y clientelar del gobierno miles de millones de pesos.

En ANSES hay casi 300 mil millones de pesos para dar crédito a empresas multinacionales y pagar la delirante publicidad oficial, pero no hay dinero para pagarle a los legítimos dueños de esos fondos.

El gobierno acumuló poder con las sucesivas reformas del Consejo de la Magistratura.
En la composición original, cinco de veinte miembros pertenecían al partido de gobierno; un 25% del total. Desde 2006 cinco de trece miembros son políticos del gobierno, un 40%.

Con esa reforma, el oficialismo acumuló poder. Poder de veto. Ninguna acusación contra un juez puede prosperar en la Argentina si el kircherismo no quiere.

Con la reforma actual, que lleva el número de consejeros a 19 el kirchnerismo vuelve a sumar poder. A los cinco representantes propios le sumará los jueces y académicos que vayan en su boleta en octubre.

¿No les extraña a ustedes que el gobierno esté más preocupado por tener control del Consejo de la Magistratura que por señalar y exigirle a la Justicia el castigo de los responsables de la tragedia de Once?

¿No les parece raro que a menos de un mes de las inundaciones les interese más dominar el Poder Judicial que someter a la justicia a quienes en nombre del peronismo dilataron obras durante veinticinco años en La Plata?

A mí no me extraña, no me parece raro ni llamativo. Esa es la concepción de Justicia del Kirchnerismo. Nada tiene de legitimidad, transparencia y democracia. Mucho tiene de protección e impunidad.

Sobre dos cosas echa luz esta reforma: 1) El kirchnerismo podrá promover la destitución de cualquier juez que afecte los intereses de funcionarios oficialistas. 2) El oficialismo tendrá ahora más herramientas para continuar defendiendo a capa y espada a sus arietes judiciales, tal es el caso de Oyarbide, el juez que no puede explicar el origen de su fortuna en ingresos legales, y que desestimó una investigación acerca del origen de la fortuna de Néstor y Cristina Kirchner.

Claramente, la reforma es un retroceso. A los jueces les genera dependencia, compromisos y condicionalidades. Nada de eso es bueno para quien debe administrar justicia.

La reforma volverá a la justicia un coto partidario. La familia judicial será reemplazada por la misma familia que concentra licitaciones, obra pública, recursos de Anses, medios de comunicación y explotación de recursos naturales.

Con la reforma la Argentina será un poco menos democrática; más electoral, pero menos diversa, tolerante, libre y trasparente. 

martes, 2 de abril de 2013

El BRICS, una nueva oportunidad para Argentina.


Mientras Argentina mira para otro lado y nos enfrascamos en opiniones y debates sobre el corto plazo, hay un mundo que se diseña a largo aliento. La iniciativa de los países nucleados en el “BRICS” de crear nuevas instituciones financieras de orden global, señalan un espacio y un camino que no le deberían ser ajenos a nuestro país.

“BRICS” hace referencia a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, y componen un acuerdo desestructurado con cumbres presidenciales anuales desde el año 2009. Estos cinco países, son considerados los poderes emergentes más relevantes del orbe.

Juntos, concentran más del 40% de la población de todo el mundo, producen el 21% del PBI de todo el planeta y dan origen al 20% de la inversión extranjera directa mundial. Además, han multiplicado el comercio entre sí más de diez veces en la última década.

Desde la caída de la Unión Soviética a principios de los años `90, el mundo se está reconfigurando.  Si la imagen político- estratégica de la caída del viejo orden de Guerra Fría fue la disolución de la Unión Soviética; el atentado a las Torres Gemelas y la profunda crisis económica que experimentan los países desarrollados desde 2008, representan el fracaso de occidente, encabezado por Estados Unidos, en el intento de imponer su propio modelo en el mundo.

Hoy, ningún país es suficientemente poderoso como para imponer su agenda, decisiones e ideas. En ese marco, con una multiplicidad de países de mediano poder, el evidente surgimiento de países en vías de desarrollo, con alto crecimiento económico, concentración de recursos naturales y numerosa población, cobra relevancia la asociación de ellos en el marco del BRICS.

Hace semanas, en una cumbre presidencial desarrollada en Sudáfrica, este grupo de países dio a conocer su intención de crear nuevas instituciones financieras que reemplacen al FMI y el Banco Mundial. En otras oportunidades Brasil, India y Sudáfrica han bregado por la reforma del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, donde Estados Unidos, Reino Unido, Francia además de China y Rusia tienen participación permanente y derecho a veto luego de su creación tras la Segunda Guerra.

Si bien todavía muestran dificultades de coordinación, expresan culturas políticas diversas y no cuentan con una estructura permanente, en los BRICS se concentra un polo de poder mundial de relevancia. Ese parece ser el espacio donde mejor podría insertarse Argentina. Tenemos con estos países un importante comercio potencial, son economías complementarias a la nuestra y mercados de enormes magnitudes.

El mundo nos da una nueva oportunidad. Países como Argentina están llamados a protagonizar un nuevo orden más horizontal, donde los recursos naturales tengan un rol primordial. En este sentido, cobra aún mayor relevancia dar previsibilidad y mostrar disposición y capacidad para abordar cuestiones financieras, comerciales, energéticas y ambientales en la región y en el mundo emergente.

Aprovechar la oportunidad no dependerá de lo que hagan los BRICS, sino de Argentina. De una estrategia coherente de inserción en el mundo, donde el comercio y el sistema financiero sean explotados como oportunidades y Latinoamérica sea algo más que una herramienta discursiva para ser una red integrada en materia energética y productiva.

En el mundo hay nuevos vientos y nuevas oportunidades, aprovecharlos dependerá de que Argentina defina dónde quiere ir. Como dijo Séneca hace dos mil años: “No hay vientos favorables para el que no sabe dónde va.”