La reforma de la justicia es
una oportunidad de ver al kirchnerismo desnudo y sobre la mesa. Allí se lo ve
tal como es: una máquina de reproducir poder y generar impunidad.
Veamos algunos ejemplos. Veamos la
historia completa, pongamos al capítulo justicia en su contexto.
El gobierno acumuló poder con la Ley de Medios.
Un simple ejercicio puede darnos una
respuesta. Pregúntenle a un argentino de cualquier lugar del país si en su
pueblo o ciudad hay más o menos dueños de medios que hace diez años, y
pregúntele también si la publicidad oficial se concentra en un par de canales o
está equitativamente distribuida.
La respuesta de esas preguntas
concretas desnuda la realidad: el peronismo acumuló poder con la Ley de Medios.
El gobierno acumuló poder ahogando a las provincias y llevando a la
servidumbre a los gobernadores.
El gobierno pasó de ejecutar el 49%
del gasto en 1999, al 56% en 2010, y de recaudar 76,5% de los ingresos a 81% en
igual periodo. Entre 2001 y 2011 cayeron las
transferencias automáticas un diez por ciento y aumentó la
discrecionalidad. Y con la discrecionalidad, el poder.
El gobierno acumuló poder, sometiendo, mintiéndole y debiéndole a los jubilados.
Hay más de medio millón de juicios
abiertos. En 2012 la ANSES apeló 50.000 fallos que daban la razón a los
jubilados. Se niega a pagar en tiempo y forma las sentencias pero le presta al
gasto discrecional, cortoplacista y clientelar del gobierno miles de millones
de pesos.
En ANSES hay casi 300 mil millones
de pesos para dar crédito a empresas multinacionales y pagar la delirante
publicidad oficial, pero no hay dinero para pagarle a los legítimos dueños de
esos fondos.
El gobierno acumuló poder con las sucesivas reformas del Consejo de la
Magistratura.
En la composición original, cinco de
veinte miembros pertenecían al partido de gobierno; un 25% del total. Desde
2006 cinco de trece miembros son políticos del gobierno, un 40%.
Con esa reforma, el oficialismo
acumuló poder. Poder de veto. Ninguna acusación contra un juez puede prosperar
en la Argentina si el kircherismo no quiere.
Con la reforma actual, que lleva el
número de consejeros a 19 el kirchnerismo vuelve a sumar poder. A los cinco
representantes propios le sumará los jueces y académicos que vayan en su boleta
en octubre.
¿No les extraña a ustedes que el
gobierno esté más preocupado por tener control del Consejo de la Magistratura
que por señalar y exigirle a la Justicia el castigo de los responsables de la
tragedia de Once?
¿No les parece raro que a menos de
un mes de las inundaciones les interese más dominar el Poder Judicial que
someter a la justicia a quienes en nombre del peronismo dilataron obras durante
veinticinco años en La Plata?
A mí no me extraña, no me parece
raro ni llamativo. Esa es la concepción de Justicia del Kirchnerismo. Nada
tiene de legitimidad, transparencia y democracia. Mucho tiene de protección e
impunidad.
Sobre dos cosas echa luz esta
reforma: 1) El kirchnerismo podrá promover la destitución de cualquier juez que
afecte los intereses de funcionarios oficialistas. 2) El oficialismo tendrá
ahora más herramientas para continuar defendiendo a capa y espada a sus arietes
judiciales, tal es el caso de Oyarbide, el juez que no puede explicar el origen
de su fortuna en ingresos legales, y que desestimó una investigación acerca del
origen de la fortuna de Néstor y Cristina Kirchner.
Claramente, la reforma es un
retroceso. A los jueces les genera dependencia, compromisos y
condicionalidades. Nada de eso es bueno para quien debe administrar justicia.
La reforma volverá a la justicia un
coto partidario. La familia judicial será reemplazada por la misma familia que
concentra licitaciones, obra pública, recursos de Anses, medios de comunicación
y explotación de recursos naturales.
Con la reforma la Argentina será un
poco menos democrática; más electoral, pero menos diversa, tolerante, libre y
trasparente.