miércoles, 22 de febrero de 2012

Resultó al revés, cada vez más parecidos.

Cada vez más coincidencias. Cuando el relato se aleja a ritmo acelerado de lo que pasa, aparece la realidad. Y ahí, cada vez se parecen más.

Hace un par de días salió a la luz la utilización de una fuerza de seguridad nacional, la Gendarmería, para espiar y escuchar a dirigentes políticos y sociales opositores http://www.clarin.com/politica/Proyecto-informaba-personales-analisis-politicos_0_650934947.html. Para esa fecha, días más o días menos, aparece una denuncia concreta que vincula al vicepresidente a una empresa que licita la impresión de billetes de 100 pesos y que lo compromete en su calidad de funcionario público http://www.lanacion.com.ar/1449928-boudou-mas-ligado-a-ciccone. Hoy, temprano a la mañana, la tragedia del Sarmiento. Trenes concesionados por el Estado Nacional en los `90, cuyo funcionamiento, inversiones y calidad del servicio debe ser controlado por el Estado Nacional http://www.pagina12.com.ar/diario/ultimas/20-188121-2012-02-22.html. Los tres hechos, para variar, fueron irrelevantes o directamente ignorados en la programación de la TV Pública.

Repasemos, utilización de la Gendarmería (dependiente del Ministerio de Seguridad), para quebrantar libertades civiles de reunión, expresión y la privacidad. Todos derechos amparados por la Constitución. Denuncia por corrupción, o al menos tráfico de influencias, que salpica no a un funcionario de segunda línea, sino al primero en la línea de sucesión presidencial. Un accidente, vinculado, a priori, al abandono de los servicios públicos.

Los tres casos afectan las libertades de los más desfavorecidos. Los tres hechos distribuyen al revés.

Cuando el que tiene el poder lo utiliza para condicionar al que no lo tiene, amplia la brecha en materia de participación política. Cuando el que tiene el poder lo utiliza para, con información privilegiada, acceder a negocios privados, amplia la brecha en materia de igualdad de oportunidades. Cuando la ausencia del Estado se manifiesta en abandono de los servicios públicos,  el perjudicado es aquel que no tiene opción, y ante la necesidad de movilizarse, educarse y sanarse requiere un buen funcionamiento de estos servicios.

Si hacemos un repaso de la historia cercana, y nos preguntamos por un gobierno que haya utilizado el Estado de todos como un bien personal, un gobierno caracterizado por hechos de corrupción, y que a su vez haya abandonado los servicios públicos, automáticamente, sin dudas y con certeza, señalamos al menemismo.

Tal vez, los hechos nos demuestren que en el tercer gobierno el discurso nacional y popular se resquebraja, se vuelve inconsistente. Cuando el telón de las cadenas oficiales cae, hay una realidad incontrastable más allá de que no la muestre Canal 7, le dicen sintonía fina, es eso que como con el menemismo pega más fuerte en los que menos tienen.

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