miércoles, 3 de octubre de 2012

La herencia propia.


En octubre pasado, cuando Cristina ganó su reelección dos cosas quedaron claras. Por un lado, la altísima adhesión popular al oficialismo, por otra, que las elecciones no se ganan con proyecciones y propuestas sino con el presente, el aquí y ahora.

Una tercera no se veía en los diarios del lunes pero es tan contundente como las otras dos. Cristina ese día pasó por el cajero y sacó la herencia. Cargó en su mochila los errores de los dos últimos gobiernos. El de su marido y el suyo propio.

En la historia Argentina con más y menos razones se extendió la apelación al pasado para justificar los problemas del presente. Cuando Alfonsín llegó al gobierno, recibía la bomba de tiempo de los militares, Menem recibió la inflación de Alfonsín, De la Rúa los restos que había dejado la fiesta menemista, el tándem Duhalde- Kirchner el país incendiado de la Alianza.

Todos esos presidentes con más o menos éxito dijeron algo así como “Señores, vine de presidente y me encontré con un país en llamas, estoy apagando incendios que me dejó el que se fue”. Hoy esa apelación perdió vigencia.  Ya nadie compra la comparación del 2012 con el 2001, no porque no estemos mejor, sino porque hoy la herencia es de Néstor y Cristina.

Vamos a los casos concretos del Kirchnerismo III, ese que empezó en diciembre. Transporte, economía, educación y los prefectos.

En febrero la tragedia de Once. Más de 50 muertos en un accidente ferroviario a treinta cuadras de la Casa Rosada. ¿Qué desnudó Once? Un esquema de subsidios sin control, inversiones que el concesionario no hizo y que el Estado no exigió y puso en la tapa de los diarios las caras de Jaime y Schiavi, los secretarios de Transporte del kirchnerismo de fluidos vínculos con los empresarios del transporte y el sindicalista Pedraza –hoy juzgado por el asesinato de Mariano Ferreyra.-

A mitad de año, el dato del empleo. Más de 350.000 empleos se perdieron -según el INDEC-, entre octubre de 2011 y marzo de 2012. Si lo sacás por día hábil, es algo así como 2500 puestos de trabajo destruidos por día. En una jornada de 8 horas, son algo más de 300 por hora.

Acá no hay tanta vuelta. Podés hablar de la crisis internacional, podés hablar de Brasil y la mar en coche. La realidad, es que un país que tiene un dólar firme alrededor de los $4,50, y costos crecientes por inflación a un ritmo del 25% anual, pierde mercados y empleos rápido y parejo.

La educación es tal vez el tema más sorprendente. Este gobierno arrancó bien, reformuló leyes y comprometió cifras importantes del PBI para la educación. El problema es que la plata no puede reemplazar ideas, planificación, contención y valores. Hoy, según el Ministerio de Educación, repite un 3% más de chicos que en 1998, hay un 20% que no estudian ni trabajan, y un 20% de ellos pierden por horas libres acumuladas más de 30 días de clase al año, es decir que no sólo no se cumple con el objetivo de los 180 días, sino que un 1 de cada 5 chicos no llega a los 150.

Lo de los prefectos y gendarmes responde a la misma lógica. Hay trabajadores de las fuerzas de seguridad que ganan 6.000 pesos por mes y de un mes al otro por decreto presidencial le quitaron adicionales. Esos adicionales eran el 50% del sueldo, 3000 pesos. Un tipo que cobra la mitad que el mes anterior no es un golpista sino víctima de una decisión equivocada.

Schiavi y Jaime fueron funcionarios del kirchnerismo. La inflación fue obra y creación del kirchnerismo. Los problemas de la educación que hasta las estadísticas oficiales reflejan han sido gestionados los últimos 10 años por ministros kirchneristas. El decreto que reduce los ingresos de los trabajadores de la seguridad, fue firmado por la presidenta.

Lo que vemos hoy no lo explica una crisis externa, tampoco el golpismo de los que ya no tienen fuerza, lo que hoy ves en la calle, la tele y las redes sociales es lo que se le dice “gestión”. Cristina Kirchner está gestionando, se está haciendo cargo de la herencia. Esa herencia que es fruto de los errores del gobierno de su marido y el suyo.

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